¿A qué llaman progreso quienes envenenan nuestra tierra?

Por María Rosa Fogeler. Antropóloga – Frente Ciudadano Ambiental Kaapuera. Agosto de 2019.

A quienes promueven el cultivo de maíz transgénico en Misiones, preguntamos: ¿tienen datos de la evolución del empleo rural, de salud y de economía agro familiar para mostrar en las zonas de mayor producción de este tipo de alimentos? ¿Por qué presentan a este producto como una “elección de nuestros agricultores” cuando viene siendo planificado y gestionado oficialmente desde hace tiempo por parte del Gobierno de la Nación y de la corporación Maizar? ¿Por qué cuando deciden desembarcar (imponiéndose) en Misiones omiten hablar sobre denuncias médicas, fallos judiciales y las víctimas del uso de transgénicos, hechos verificables en la Argentina y en otras partes del mundo? ¿Por qué no hablan de los fundamentos científicos genéticos, biológicos, químicos, médicos, contrarios a la transgénesis entre especies que no son similares, por lo cual recomiendan el principio de precaución y mucha mayor investigación antes de usarlas?

El 70 % de los alimentos que consumimos tienen compuestos transgénicos incorporados. Argentina es un doloroso experimento. Hay advertencias de científicos y centros oficiales de Londres, Canadá, la ONU, y varios premios NOBEL sobre las consecuencias de esta alimentación en la especie humana. Nuestra provincia, Capital Nacional de la Biodiversidad, no tiene por qué ser parte de ese escenario.

Nos dicen que este cultivo dará empleo a los tareferos, y al mismo tiempo se sabe que van a reemplazar la yerba mate con maíz transgénico, según consta en el mismo documento de Agroindustria de Nación. O sea, les quitarán a los trabajadores la cosecha de la yerba!!! ¿Dónde van a vivir quienes hoy están en esa superficie?, ¿bajo las fumigaciones? ¿Misiones va a financiar ese plan con los montes en recuperación, su noble y exclusivo cultivo de yerba mate, té y alimentos de las chacras?

Sabemos que la destrucción de la biodiversidad, el uso de agrotóxicos y el éxodo rural van de la mano y sabemos que el mundo está demandando alimentos sanos, como te y yerba orgánicos. Misiones tiene sus yerbales característicos y si, por ejemplo, el INYM financia la conversión orgánica de los productores, tendremos preservación del ecosistema e incremento del empleo rural.

Las corporaciones que manejan semillas transgénicas ya pisan fuerte en Paraguay y en Brasil. ¿Por qué si tienen tanta frontera común Brasil y Paraguay vienen a organizar su tráfico sobre Misiones y más específicamente sobre el remanente de Selva Paranaense?

El plan de Nación y Maizar es destrozar las 400.000 hectáreas de capueras (de enorme valor biológico de biodiversidad y única garantía de reproducción del ecosistema y del agua) y sustituir los cultivos perennes y semi perennes por el maíz y la soja transgénicos. En ese contexto, es IMPORTANTE recordar que los suelos de Misiones no resisten la erosión de cultivos anuales. A los inmigrantes que poblaron Misiones y desarrollaron cultivos agrícolas desde comienzos del Siglo XX, es recomendaban cultivos anuales en pequeñas superficies para la alimentación de las poblaciones locales, y cultivos como la yerba, el te, el tung y los frutales para la industria.

El plan con maíz transgénico trae daños a la salud ambiental y humana (por su paquete tecnológico, uso de venenos). Las consecuencias son irreversibles e imprevisibles para todos los seres vivos, para el suelo y el agua.

Si el plan con maíz transgénico avanza, quedarán destruidas las semillas criollas de los agricultores. Ambos cultivos no pueden coexistir, son incompatibles.

Para fortalecer nuestras semillas criollas y a la familia agraria, urgen políticas públicas como apoyo crediticio, regularización de tierras, capacitación y asistencia técnica, institucionalización de la comercialización, financiación de tecnología apropiada para garantizar riego, maquinaria agrícola apropiada para producción en pequeña escala, técnicas de secanza, almacenamiento, medidas de higiene, certificaciones, energía barata descentralizada para mejorar las condiciones de vida y los esfuerzos productivos de la población rural. “La agroecología es sustentable pero no hay progreso”, dicen quienes defienden el plan de maíz transgénico en Misiones. Nosotros preguntamos: ¿El progreso para quién? ¿A qué llaman progreso? ¿Destruir los bienes naturales y derramar más agrotóxicos en el ambiente de los misioneros es progreso? Quizás sea central dejar bien claro que los negocios de las transnacionales, de las corporaciones como Maizar, en este caso con apoyo de Agroindustria de la Nación, no son nuestros planes de progreso simplemente porque nos destruyen. Tan simple como eso. Nos destruyen.