“La falta de acceso a agua segura, la propagación de enfermedades transmitidas por vectores y la alteración en los patrones epidemiológicos son consecuencias directas de las prácticas extractivistas y del cambio climático”. De esta manera, la médica naturista Marcela Bobatto explica el origen de la presencia y el actual fuerte aumento de casos de dengue en la Argentina, transmitido por el mosquito Aedes aegypti, con predominio en las provincias del noreste del país, entre ellas Misiones.
Parece que fue ayer cuando se conoció el primer brote de dengue de magnitud en Misiones, allá por el año 2016. Actualmente, en este enero de 2024, estamos ante una situación preocupante, dado que se multiplican los casos en las unidades de salud.
De acuerdo al boletín del Ministerio de Salud de la Nación (diciembre de 2023), el 95% por ciento de los casos de dengue en el país corresponden a Chaco, Corrientes, Formosa, y Misiones.
En Misiones, se registraron casos autóctonos, es decir, pacientes que se enfermaron sin haber viajado a otro destino, en 15 de sus 17 departamentos.
La sensación “en la calle” es que es casi imposible escaparle a la enfermedad.
Tal gravedad no sorprende a quienes hacen memoria. Los primeros en advertir esta situación fueron los ambientalistas que, ya en la década del 70, levantaron la voz contra el avance del monocultivo de exóticas y la construcción de hidroeléctricas sobre los ríos Paraná (Yacyetá y Corpus) y Uruguay (Garabí), advirtiendo que favorecerían la proliferación de mosquitos que transmiten fiebre amarilla, dengue, zika, chikungunya, malaria.
Ese escenario se ve acrecentado hoy con el cambio climático, tal como lo explica el documento “El dengue. Análisis y propuestas en 4 escenarios”, elaborado por Bobatto y Gerardo Segovia, como parte del trabajo comunitario que hacen a través de Laicrimpo, RAOM y la Fundación Rosa de Luxemburgo.
“La profunda matriz extractivista promovida por el modelo capitalista ha generado una serie de problemáticas ambientales que afectan directamente el equilibrio del agua. Prácticas como los desmontes, la megaminería, la construcción de represas, la hidrofractura y el monocultivo, entre otras, contribuyen a graves desafíos en la gestión del agua. Esta situación se agrava con el fenómeno del calentamiento global, que ha resultado en un aumento estimado de la temperatura global entre 1,4 y 5,8 ºC en el período 1990–2010”, resume Bobatto.
Los últimos seis años han sido los más cálidos registrados desde 1880, según un comunicado de prensa del 15 de enero de 2020 de la Organización Meteorológica Mundial (OMM). “En el año 2020 se registró 1,2°C por encima de las temperaturas de la era preindustrial, y la OMM predice que hay 20 % de probabilidad de que el aumento de las temperaturas supere temporalmente los 1,5°C a partir de año 2024”, manifiesta, advirtiendo que los problemas actuales vinculados al clima, se incrementarán.
Específicamente al tema agua y dengue, la profesional destaca que “el cambio climático ha provocado eventos extremos, como huracanes, ciclones y sequías, junto con un incremento exponencial de lluvias que resultan en inundaciones y desbordes de ríos, afectando a reservorios de agua, convirtiéndolos en inaccesibles y propiciando la proliferación del mosquito transmisor de enfermedades, especialmente en comunidades en situación de precariedad”.
¿Por qué la eliminación de la Selva y el avance del monocultivo impactan en la salud de la población? “Los bosques nativos son fundamentales para la conservación del suelo, de la calidad del agua y para asegurar la fijación de carbono. Además, cumplen una función clave en la regulación hídrica. Sin ellos, aumenta el riesgo las inundaciones en zonas cercanas, y consecuentemente la proliferación de mosquitos y las enfermedades vinculadas”, detalla el documento. La Argentina, continúa, “se encuentra dentro de los 30 países que más gases efecto invernadero emiten (0,6 % del total mundial) y un 15% de ellos son provenientes de la deforestación”.
Así, explica Bobatto, “el extractivismo, el calentamiento global y la hiperurbanización ha llevado a un cambio en el perfil epidemiológico en diferentes regiones o países, con el avance cada vez mayor de enfermedades como el dengue, la malaria, el chikungunya y el zika”.
Qué hacer
¿Cómo abordar la problemática? Bobatto propone hacerlo con un enfoque integral, es decir: “entenderla más allá del control y eliminación del vector y de acciones de salud como control de vectores con plaguicidas”, y en esa línea, cuidar y restaurar la salud del ambiente para cuidar y restaurar la salud humana.
“Este escenario plantea desafíos significativos en términos de salud pública, ya que las comunidades más vulnerables son las más afectadas. (…) La necesidad de abordar estas problemáticas desde enfoques integrales que consideren tanto la salud humana como la salud de los ecosistemas se vuelve cada vez más urgente”, dice, e invita a “indagar sobre la situación económica, política y laboral de las personas y comunidades, sus modos de vivir, consumo y sus estrategias de colaboración y participación comunitaria”, y a “estimular la transición hacia la agroecología, que ha demostrado superar la producción con agroquímicos, recuperar las tierras desertificadas y respetar los derechos de la Madre Tierra”.
Compartimos el documento “El dengue. Análisis y propuestas en 4 escenarios”, elaborado por Bobatto y Gerardo Segovia (Laicrimpo, RAOM y la fundación Rosa de Luxemburgo):