Homenaje a Hugo Gómez Demaio

El Frente Ciudadano Ambiental Kaãpuera lamenta profundamente la muerte del doctor e investigador Hugo “Bubi” Gómez Demaio (ocurrida el 7 de julio de 2017) miembro honorario de nuestro movimiento y destacado referente nacional e internacional en la lucha contra el uso de agrotóxicos.

“Todos los que lo conocimos sabemos lo que significó para la provincia y el país sus trabajos como médico cirujano y docente en el Hospital de Pediatría de Posadas”, manifiesta el ingeniero Erik Barney, miembro de Capuera y compañero de ruta de Bubi. “Muchos conocemos -continua- su valiente denuncia a nivel Nación, junto al Dr. Andrés Carrasco del CONICET, sobre las consecuencias de la utilización del glifosato y otros pesticidas, algunos hasta prohibidos, que se siguen utilizando en Misiones contaminando los suelos y el agua”.

El doctor Hugo Gómez Demaio, oriundo de Buenos Aires, llegó a Misiones en la década del 70, siendo su primer destino el Hospital Samic de Eldorado y luego, en el año 1977, es asignado a la Dirección de Atención Médica, como asesor de la subsecretaría de Capacitación de Recursos Humanos del Ministerio de Salud Pública. En 1980 pasa a integrar el Primer Comité de Docencia e Investigación del Hospital Dr. Ramón Madariaga y es designado como médico en el sector de Cirugía, Ortopedia y Traumatología Infantil. En 1993, al crearse el Hospital de Pediatría Dr. Fernando Barreyro, continúa como jefe del área. Se desempeño además como docente en la Universidad Nacional de Misiones y en la Universidad Nacional del Nordeste.

Fue así que Bubi conoció la realidad de los niños hijos de agricultores, afectados por el uso de agrotóxicos en las chacras, y consciente de ello desarrolló (a lo largo de más de 30 años) investigaciones que evidenciaron que los agroquímicos provocan lesión en el sistema nervioso central, razón por la cual los pequeños nacen con graves problemas de salud (fundamentalmente parálisis en miembros inferiores, rectal y vesical). Sus conocimientos, su compromiso social y ambiental y su valentía fueron ampliamente reconocidos entre sus pares y a nivel nacional e internacional, en eventos de la especialidad que lo tuvieron como protagonista excluyente.

“El asunto de los agrotóxicos y la salud ambiental y humana tiene una sola solución: que no se usen más”, repetía el médico en cada entrevista o charla que brindase. Para lograr esto, enfatizaba, “tiene que haber un compromiso político de las autoridades políticas y de las instituciones intermedias , como son las empresas tabacaleras y el INTA”.

Erik Barney nos recuerda que “como resultado de sus preocupaciones y del nivel de investigación que obtuvo en el campo de la medicina quirúrgica, ortopedia y traumatología infantil, se logró la incorporación del ácido fólico en la harina de trigo de la Argentina, el alimento más consumido en la población para paliar los efectos de malformaciones y espina bífida no reconocidos por las obras sociales de salud”.

Agrega Barney que “los numerosos casos registrados y tratados en Misiones, comparados con el resto del país le advirtieron de la subestimación estadística y la gravedad de la situación en nuestra provincia”, y destaca que “gran parte de sus investigaciones como así también la difusión de esta trágica problemática en escuelas, facultades y municipios en numerosas localidades de la provincia, reuniendo estudiantes y docentes, las solvento con sus propios recursos monetarios”, lo que da cuenta, una vez más, de su profundo compromiso con la sociedad y el ambiente.

Lamentablemente, como en muchos otros órdenes, la brillante tarea de Bubi se vio muchas veces truncada por el mismo Estado y por el poder de los grandes grupos económicos, a quienes desnudó con la mejor herramienta: el conocimiento.

“Tan terrible es la situación de poder en la medicina y la investigación médica, que el Ministro de Ciencia y Tecnología del gobierno anterior y actual, el Dr. Lino Barañao, declaró, según una publicación sobre el tema en el diario Página 12, que nadie había encargado a Carrasco realizar la investigación del uso del herbicida glifosato, como supuesto cancerígeno. Aparentemente desconocía que Carrasco era un investigador pleno del CONICET y que en este país aún existe libertad de cátedra e Investigación como corresponde en las instituciones universitarias. Pero como lo reconoció Carrasco, no se trataba de un problema científico no de probar en renacuajos lo que se evidenciaba en los humanos, sino de un problema político”, reflexiona Barney.

Profunda tristeza por su partida y eterno agradecimiento por echar luz sobre un aspecto trascendental en la vida actual y futura de todos los misioneros. “Muchos padres que tuvimos hijos en las décadas del 70, 80 y 90 lo tuvimos como referente. Su dedicación y minuciosidad en el tratamiento de nuestros hijos siempre nos dio la tranquilidad de estar en las mejores manos”, ilustra Erik Barney, quien en uno de sus últimos encuentros le trasmitió amor y gratitud por su trascendental paso por la tierra colorada.