El impacto visual es contundente: la fotografía de Marcos Labanca, publicada el 7 de mayo de 2024 en Facebook por la Prefeitura de Foz do Iguazú, Brasil, muestra al río Iguazú, en su desembocadura con el río Paraná, con un notable color “rojo tierra”.
El contraste de colores, con un Iguazú “rojo” y un Paraná “verde”, despertó muchas opiniones, gran parte de ellas enfocadas en la belleza de la imagen, sin profundizar las razones que explican esas tonalidades tan diferentes.
Claramente, el agua con el color del suelo es precisamente eso: suelo. Dicho de otro modo: es la evidencia de la erosión hídrica, de la pérdida de suelo y, por ende, del empobrecimiento de uno de los bienes esenciales para la producción de alimentos, para la generación de empleo, para la biodiversidad.
El desmonte, la ausencia de prácticas ambientales agrícolas e industriales y de una mirada integral y de acciones en conjunto de los países que comparten la región de la Mata Atlántica (Brasil, Argentina y Paraguay), explican en parte esta situación.
Este grave problema viene siendo advertido desde hace décadas, y se han tomado medidas para mitigarlo, como la sanción de normas y acciones en algunos puntos de la región de la Mata Atlántica. No obstante, es preciso evaluar los pasos que estamos dando y comprometernos en serio a revertir este cuadro si lo que queremos es preservar el sustento de millones de personas.
Redacción Paranaense. 10 de mayo de 2024. Posadas, Misiones.