La Articulación Nacional de Agroecología (ANA) realizó un mapeo nacional de Agroecología, Territorio y Justicia Climática. Analizó 503 experiencias en todo Brasil, involucrando a más de 20 mil personas en 307 municipios, y mostró que las prácticas agroecológicas ofrecen soluciones reales a la crisis climática (calor extremo, fuertes lluvias y sequías prolongadas).
El sistema alimentario –desde la producción hasta el transporte, desde el envasado hasta el descarte– es responsable del 70% de las emisiones de gases de efecto invernadero en Brasil.
Los protagonistas de las prácticas agroecológicas son agricultores familiares, campesinos, pueblos indígenas, quilombolas, jóvenes, mujeres e investigadores. Comparten un objetivo común: diversidad, resiliencia y justicia climática.
A pesar de esto, solo 187 experimentos recibieron apoyo de políticas públicas. Según la investigadora Helena Lopes (Fiocruz), con una mayor inversión gubernamental, Brasil podría convertirse en un referente mundial en adaptación climática.
Algunos ejemplos incluyen:
- Huertos comunitarios urbanos que combinan la seguridad alimentaria y el debate sobre el clima;
- Fábricas de bioinsumos que reducen la dependencia de productos químicos y combustibles fósiles;
- Reforestación adaptada a cada bioma, que combina la producción de alimentos con la restauración ambiental;
- Tecnologías sociales de captación de agua en territorios quilombolas de la Pampa, para abordar emergencias hídricas.
“Brasil tiene una diversidad de grupos trabajando para construir un país más resiliente”, explica la investigadora Helena Lopes, de la Fundación Oswaldo Cruz (Fiocruz) y del Grupo de Trabajo de Agroecología y Justicia Climática de la ANA.
Lopes, quien también tiene un doctorado en Ciencias Sociales, enfatiza que si hubiera una mayor inversión gubernamental, estas iniciativas podrían ser aún más exitosas, convirtiendo al país en un ejemplo mundial en la lucha contra la crisis climática. “De las 503, solo 187 reportaron acceder a políticas públicas. Esta cifra es muy pequeña. Hablamos de iniciativas que promueven la lucha contra el cambio climático, un problema global, mediante la adaptación, la mitigación y la resiliencia, pero que podrían lograr mucho más si recibieran apoyo. Brasil podría ser un ejemplo para todo el mundo”, evalúa.
Cómo producir alimentos, la clave
Un dato muy importante, dijo la profesional, es que “los sistemas alimentarios a nivel mundial son responsables de aproximadamente un tercio de las emisiones de gases de efecto invernadero, responsables del cambio climático”. En Brasil, este sistema alimentario es responsable del 70 % de las emisiones de gases de efecto invernadero.
“Por lo tanto, afirmamos que el cambio climático en Brasil está directamente relacionado con las diferentes etapas del sistema alimentario: producción, distribución, envasado, transporte, residuos e incluso el desperdicio”, referenció.
”La agroecología demuestra que abordar la crisis climática implica garantizar una alimentación saludable, la diversidad cultural y la conservación del medio ambiente. Invertir en estas prácticas es invertir en el futuro del planeta”, dice el Instagram de Forestal Brasil, fuente, junto a Brasil de Fato, de esta información.
Es decir, al hablar del cambio climático, hay que considerar la atmósfera y el suelo, la forma en que producimos alimentos, para comprender qué tipos de alimentos se producen y qué papel desempeñan los alimentos ultraprocesados en el cambio climático.
“Dentro del sistema alimentario, existe la agricultura convencional, que utiliza semillas genéticamente modificadas, pesticidas y fertilizantes químicos, altamente dependientes de los combustibles fósiles, lo que está directamente relacionado con el cambio climático. Es un tipo de agricultura basada en el monocultivo, que reduce drásticamente la diversidad genética de las especies vegetales y animales”, recordó.
Y cuando hablamos de agroecología, continuó, “nos referimos precisamente al principio de diversidad, como por ejemplo, la diversidad alimentaria. No se trata de pensar en un único alimento que pueda distribuirse por todo Brasil, sino de fortalecer diferentes hábitos alimentarios según las particularidades de cada región”.
Lopes señaló que “es importante considerar qué semillas se adaptan mejor a una región determinada, en términos de tipo de suelo, disponibilidad de agua y el conocimiento de los agricultores en el proceso de selección de semillas. Comprender estas diferencias dentro del sistema alimentario es fundamental para comprender de dónde proviene la contribución al cambio climático”.