La restauración del Bosque Atlántico es central para el bienestar social, la seguridad medioambiental y climática, y el futuro colectivo. Así lo entiende Taruhim Quadros, analista de Conservación de WWF-Brasil, y co-líder de la Iniciativa de Referencia de la Década de Restauración de la ONU – Pacto Trinacional del Bosque Atlántico, formado por la Red Trinacional de Restauración del Bosque Atlántico y el Pacto de Restauración del Bosque Atlántico.
En esta entrevista, la situación del bioma que comparten Paraguay, Brasil y Misiones, en Argentina, y propuestas para recuperarlo y garantizar la biodiversidad y la disponibilidad de servicios esenciales, como el agua.
¿Cuál es la superficie del Bosque Atlántico en su país?
La Mata Atlántica es un bioma trinacional compartido por Brasil, Argentina y Paraguay, y tenemos que recordarlo siempre, porque la naturaleza, la floresta, no ve separaciones sociopolíticas. Del total de más de 142,2 millones de hectáreas de cobertura original, sólo el 30,6% permanece como vegetación natural a nivel trinacional.
En Brasil, nos quedan cerca de 39 millones de hectáreas de vegetación nativa. Ya perdimos el equivalente a 4 veces el Estado de Paraná, o 9% del área total de Brasil. En los últimos 37 años, se han perdido 2,3 millones de hectáreas de bosque, el equivalente a 19 veces el tamaño de Río de Janeiro. Esto nos muestra la vulnerabilidad y el estado crítico de un bioma que alberga a 1/3 de la población de Sudamérica.
Y lo más sorprendente es que la mayoría de estos bosques ya han sufrido algún tipo de impacto por la acción humana. De este total, sólo el 12,4% de la Mata Atlántica brasileña se considera bosque maduro, es decir, bosque bien conservado con gran importancia para los servicios ecosistémicos y la biodiversidad.
¿Cuál es el estado actual de esta área? En otras palabras, ¿cuál es su nivel de vulnerabilidad?
Aunque los contextos son diferentes en cada país, las principales presiones son comunes: deforestación, ocupación desordenada, agricultura intensiva y expansión urbana. El bioma se encuentra entre los más amenazados del mundo. Ya ha superado el punto crítico de fragmentación ecológica y se enfrenta a una creciente vulnerabilidad climática e institucional.
En la actualidad, alrededor del 61% de la superficie del Bosque Atlántico está ocupada por usos productivos como la agricultura, la ganadería y la silvicultura. En Brasil, la pérdida histórica se ha acentuado desde la colonización. En Paraguay, se ha perdido el 57% de la cubierta original en las últimas cuatro décadas. Argentina conserva el 63% de su cubierta forestal original, pero se enfrenta a riesgos crecientes de deforestación, especialmente para la expansión productiva.
A pesar de ello, la Selva Atlántica sigue siendo una frontera estratégica para la conservación y restauración mundial. Es un punto caliente de biodiversidad, almacena grandes cantidades de carbono y alberga el Acuífero Guaraní, la mayor reserva transfronteriza de agua del mundo. También proporciona energía: por ejemplo, el 10,8% de la energía de Brasil y casi el 90% de la de Paraguay procede de centrales hidroeléctricas alimentadas por ríos que nacen en el bioma.
En Brasil, ocupa 17 estados y alberga cerca del 70% de la población. En otras palabras, no se trata sólo de una cuestión medioambiental, sino de seguridad hídrica, energética y socioeconómica. La Red Trinacional trabaja para hacer frente no sólo a la degradación ecológica, sino también a la fragmentación institucional y socioeconómica asociada a la pérdida de sus bosques. Restaurar el Bosque Atlántico exige reconstruir conexiones: entre bosques, entre países y entre políticas públicas. Esto es lo que nos mueve.
Entre las causas que han provocado el declive de nuestro bosque, ¿cuál(es) identifica como la(s) más importante(s) y cuál(es) debe(n) abordarse para frenar precisamente esta situación? Por ejemplo: cada país ha gestionado la conservación por separado, cuando se trata de un ecosistema común con bienes y servicios comunes…
La causa principal ha sido tratar el bosque como un obstáculo para el desarrollo. Durante siglos, el territorio ha sido ocupado sin planificación, con sucesivos ciclos de extracción y conversión del suelo -especialmente en Brasil, con grandes presiones desde la colonización del país-. Aún hoy, muchas decisiones se toman de forma aislada por sectores, estados o países, incluso cuando se trata de un ecosistema contínuo que comparte funciones ecológicas y bienes comunes.
La Red Trinacional trabaja precisamente para superar esta fragmentación. En 2024, hicimos un gran esfuerzo de colaboración para co-crear los puntos principales para revisar la situación crítica que amenaza al bosque. Movilizamos a más de 170 representantes de 85 instituciones, incluidas comunidades locales, pueblos indígenas, ONG, empresas y gobiernos subnacionales de los tres países para construir una visión común del futuro de la Mata Atlántica trinacional en Alto Paraná, una de las regiones de la Mata Atlántica. Esta visión es hoy la base de un plan articulado de restauración y conservación que respeta las singularidades de cada territorio.
Entendemos que la restauración no consiste sólo en plantar árboles, y así se refleja en el plan. Se trata de crear nuevas economías regenerativas, integrar políticas públicas, construir instrumentos financieros adecuados y valorar el conocimiento local. En la práctica, esto significa fomentar cadenas de productos autóctonos como la yerba mate, apoyar la agricultura familiar y desarrollar modelos como la agroforestería, así como conservar y restaurar regiones ecológicas claves como los corredores ecológicos y las zonas de importancia hídrica.
La restauración debe considerarse una política de Estado y una herramienta de desarrollo. Esto es lo que proponemos con la Red Trinacional: una agenda que une biodiversidad, clima e inclusión social, con el potencial de generar beneficios duraderos para toda la región, con una visión integradora del paisaje.
¿Cuáles son los avances, los aspectos positivos que contribuyen a la preservación de la Mata Atlántica y qué acciones considera fundamentales y urgentes que los gobiernos locales, estatales y nacionales implementen para lograr su recuperación y conservación?
La restauración de la Mata Atlántica trinacional representa más que la recuperación de ecosistemas degradados: es la construcción de un nuevo pacto entre países, comunidades y sectores, que integra clima, biodiversidad y desarrollo como respuesta concreta a los desafíos socioambientales que enfrentamos hoy.
En todos los países se han logrado avances importantes. En Brasil, el Código Forestal y el Planaveg son referencias importantes, pero aún se enfrentan a retos de aplicación a la escala necesaria. A escala regional, se han reforzado las políticas públicas, las iniciativas comunitarias y las inversiones de la sociedad civil. Ya se han restaurado más de un millón de hectáreas en todo el Bosque Atlántico Trinacional, con la participación activa de comunidades locales, productores rurales, pueblos indígenas, comunidades locales, ONG regionales, empresas y áreas protegidas e instituciones de investigación. Esta colaboración directa sobre el terreno es lo que permite que la restauración genere también beneficios sociales y económicos.
Además, el Bosque Atlántico Trinacional ha sido reconocido por la ONU como una de las principales iniciativas de la Década de la Restauración. Este reconocimiento internacional refuerza el valor de la agenda, pero lo urgente es ampliar la acción. Los gobiernos tienen un papel fundamental que desempeñar en este sentido. Pero el reto es tremendo: sólo en el Alto Paraná, una de las regiones de la Mata Atlántica, estamos hablando de 1,65 millones de hectáreas degradadas que legalmente deben ser restauradas.
Una vez más, insisto en que es esencial que la restauración se trate como una política de Estado integrada: con recursos permanentes, objetivos claros y vínculos transversales entre el ambiente, la agricultura, el clima y el desarrollo. Esta integración debe producirse tanto en el diseño de las políticas nacionales como en su aplicación práctica, que depende de la capacidad de actuación de los gobiernos locales, los consorcios intermunicipales y las organizaciones territoriales.
Además, cada sector tiene un papel distinto y complementario. Los gobiernos pueden reforzar los instrumentos y la financiación. La sociedad civil puede fomentar la innovación y la coordinación local, catalizar las coinversiones e incidir en la vanguardia. Coaliciones como la Red Trinacional tienen el papel de catalizar la integración entre diferentes escalas y actores, reforzando la gobernanza y conectando los compromisos globales con soluciones concretas en el territorio. Un buen ejemplo de ello está en el Alto Paraná brasileño, donde municipios, gestores de unidades de conservación, organizaciones locales y productores rurales trabajan en red para hacer posible la restauración de forma articulada, generando resultados ambientales y socioeconómicos combinados.
¿Cumpliría la Red Trinacional una especie de “política de Estado conjunta entre Brasil, Paraguay y Argentina” para proteger el ecosistema que nos proporciona todos los servicios, entre otros, necesarios para el bienestar social y el desarrollo y crecimiento de esta región?
La Red Trinacional no es una política de Estado formal, sino que funciona como una plataforma regional de gobernanza colaborativa. Reúne a más de 70 organizaciones de la sociedad civil, comunidades locales, pueblos indígenas, instituciones de investigación y gobiernos subnacionales de los tres países, que actúan con base técnica, legitimidad territorial y articulación internacional.
Esta gobernanza se sostiene fuera de los ciclos electorales y opera como un espacio permanente de construcción colectiva, alineando las acciones locales con los compromisos globales en materia de clima, biodiversidad y desarrollo sostenible. Es un modelo de cooperación internacional que demuestra cómo diferentes sectores y territorios pueden trabajar juntos por un futuro común, incluso en contextos institucionales diferentes. Además de organizar, la Red también hace posibles las acciones en el territorio, conectando los planes con la implementación y los actores con la financiación.
La ecorregión del Alto Paraná se ha consolidado como referencia en restauración a escala de paisaje, con seguridad hídrica y alimentaria, conservación de la biodiversidad y valorización de los conocimientos locales. La acción multisectorial de la Red refuerza la resiliencia de los ecosistemas y las poblaciones, garantiza beneficios duraderos y amplía las soluciones construidas desde la base. Grandes ejemplos son el caso del jaguar y los corredores de biodiversidad, los acuerdos de producción de yerba mate que generan beneficios económicos para las poblaciones, pero también beneficios ecosistémicos. Esta experiencia de la Red Trinacional también sirve de referencia para otras regiones del mundo que se enfrentan a retos similares de gobernanza medioambiental en zonas transfronterizas.
¿Podría enumerar los daños y dificultades específicos a los que nos enfrentamos como consecuencia de la destrucción del Bosque Atlántico en la región? Por ejemplo: pérdida de suelo, escasez de agua, fenómenos climáticos, problemas sanitarios, migración, etc.
La degradación de la Mata Atlántica tiene efectos directos y cada vez más notorios en la vida cotidiana de las personas en Brasil, Paraguay y Argentina. La pérdida de vegetación compromete la infiltración del agua en el suelo, reduce el caudal de los ríos y favorece catástrofes como inundaciones, deslizamientos y sequías prolongadas. El resultado es una combinación de problemas que afectan a la seguridad hídrica, la producción de alimentos y la salud pública. La lista de factores es extensa, pero me gustaría destacar los más críticos que repercuten hoy en nuestra vida cotidiana:
*Aumento de la erosión y pérdida de suelo fértil, lo que afecta directamente a la productividad agrícola: sin raíces que sujeten el suelo ni vegetación autóctona que intercepte la lluvia, el suelo fértil es arrastrado con las lluvias, lo que repercute en la productividad rural y a menudo obliga a los agricultores a utilizar más fertilizantes;
*Crisis hídricas cada vez más frecuentes, con repercusiones en el abastecimiento urbano y la generación de energía;
*Intensificación de los fenómenos meteorológicos extremos, como los que azotaron el sur de Brasil el año pasado. En Rio Grande do Sul, la vulnerabilidad estructural es evidente, afectando a las poblaciones vulnerables. Estas tragedias se ven agravadas por la pérdida de la vegetación que solía estabilizar el suelo;
*El aumento de las enfermedades relacionadas con las inundaciones y la contaminación del agua.
Restaurar la Mata Atlántica significa restaurar las condiciones mínimas para el bienestar: agua, suelo, alimentos y seguridad climática. En lugar de repetir tragedias, podemos crear resiliencia. La buena noticia es que ya sabemos cómo hacerlo, y lo estamos haciendo, basándonos en la colaboración entre países, territorios y sectores. Sólo necesitamos reforzar la acción coordinada y aumentar su escala, con continuidad política y apoyo real a quienes están sobre el terreno liderando esta transformación.
La Red Trinacional articula estas iniciativas para que no sean acciones aisladas, sino parte de una estrategia integrada de resiliencia regional. Nuestro objetivo es transformar esta agenda, antes vista como medioambiental, en una cuestión central de bienestar social, seguridad medioambiental y climática, y futuro colectivo.
Fuentes:
– MapBiomas Bosque Atlantico – https://bosqueatlantico.mapbiomas.org/wp-content/uploads/sites/8/2024/02/FACT_MapBiomas_Bosque-Atlantico_01.12.pdf
– Atlas de los Restos de Bosque Atlántico 2024 – SOS Mata Atlantica e INPE. http://mtc-m21d.sid.inpe.br/ibi/sid.inpe.br/mtc-m21d/2024/09.09.13.41?forcehistorybackflag=1&parentidentifiercitedby=8JMKD3MGP3W34T/4C26B5L&forcerecentflag=0&searchinputvalue=&languagebutton=pt-BR&ibiurl.clientinformation.citingitem=sid.inpe.br/mtc-m21d/2024/09.06.19.24&linktype=relative
– https://www.decadeonrestoration.org/trinational-atlantic-forest-pact