Capueras, centrales para la reconstrucción del ecosistema (incluida el agua)

Por Viviana Tartarini, bióloga (Facultad de Ciencias Naturales y Museo, UNLP). Oberá, Misiones.

El estado de conservación de la Selva Misionera se ve afectado por diferentes actividades que van degradando su estructura, biodiversidad y los servicios ambientales que brinda (entre ellos, la regulación hídrica, conservación de la biodiversi¬dad, del suelo y la calidad del agua, regulación de la temperatura, fijación de emi¬siones de gases de efecto invernadero, la identidad cultural y la diversificación, belleza del paisaje, etc) (Luna, 2018).

Estas actividades están encabezadas por el desmonte (o rosados) autorizados, ya sea para agricultura, monocultivos, forestaciones, ganadería; la tala ilegal; urbanizaciones, represas, etc, que en su mayoría no están desarrollados de manera sustentable.
Esto produce bosques fragmentados con diferentes estados de conservación, bosques secundarios de distintas edades (capueras) (Eibl yLopez, 2017).
Como menciona Martinez Crovetto (1963), la Capuera, una adaptación de la palabra guaraní que significa “donde el monte crecerá”, es justamente el principio de un proceso que se llama sucesión secundaría y que responde a las alteraciones generadas en el monte y que consiste en la regeneración y reconstrucción del ecosistema.

En ella aparecen especies que soportan diversas inclemencias climáticas: intensa radiación solar (heliófilas), sequía, frío heladas, etc.
En primera instancia se pueden observar herbáceas y subarbustivas, que son reemplazadas por especies arbustivas o arbolitos conocidos, llamadas especies pioneras, como el fumo bravo, la mandioca brava, farolito, niño rupá, chilca, chichita, crisiuma, entre muchas otras.
Luego se le van sumando enredaderas como Ipomoea sp, Passiflora sp (mburucuyá), lianas, etc.

Entonces, ¿cuál es la importancia de las capueras? Representan gran parte del futuro de la Selva Misionera. Las capueras reparan el suelo, su estructura, su diversidad. Le devuelven la materia orgánica y por ende los microorganismos necesarios para la generación de ciclos biogeoquímicos que restauran los componentes inorgánicos y generan las condiciones necesarias para que empiecen a desarrollarse las especies arbóreas propias de la selva, aquellas que necesitan del microclima que generan las especies pioneras al regular la radiación solar, preservar la humedad, enriquecer los suelos, etc. Especies como el palo rosa, maría preta, alecrines, no pueden prosperar en ambientes de insolación permanente, por ejemplo.
Por otro lado, las capueras sirven como lugares de tránsito, refugio y alimentación para la fauna que se ve cada vez más cercada por la el aumento de la fronteras productivas, sirviendo de corredores biológicos entre fragmentos de monte.

Además, como mencionan Eibl y Lopez (2017), la conservación de las capueras o la restauración de lugares degradados, a largo plazo, (se ha demostrado en estudios de más de 10 años realizados por la UNaM), son beneficiosos para los ámbitos productivos adyacentes ya que mejora la calidad ambiental y aumenta la biodiversidad mejorando el control de plagas de los cultivos, regulando las temperaturas locales, mejorando la irrigación de los suelos, facilitando la disponibilidad de agua, etc.

Pero por otra parte y más allá de que las problemáticas ambientales y de conservación sean producto de muchos factores (sociales, económicos, etc), el futuro de la Selva depende de las políticas sustentables y de conservación que se opten por tomar dentro de la provincia, como así también de la unificación de criterios entre los diversos organismos y en las decisiones que toman.

En Misiones se pueden ver toda clase de incoherencias producto de la ignorancia y el interés económico de algunos pocos que son protagonistas en la administración de los recursos de todos, como por ejemplo y por nombrar algunas: por un lado se promociona el ecoturismo mientras que se incentiva la forestación con exóticas, no se supervisan las deforestaciones permitidas por lo que se extrae mucho más de lo permitido, el control de la tala ilegal es casi nulo; se les enseña a los niños a plantar un árbol desde programas ambientales municipales y los municipios no tienen ordenanzas que regulen la deforestación en terrenos municipales o los mismos municipios utilizan de basurero a cielo abierto sus reservas naturales, donde queman la basura también, hablamos de la importancia de las especies nativas y los municipios reforestan la ciudad con plantas exóticas, etc, etc, etc).

Creo que estamos en un momento crítico y tenemos que empezar a realizar acciones individuales y colectivas y ver a quienes se le otorga el control de nuestros recursos naturales y empezar a hacer cumplir la normativa que existe pero que no se implementa.