Así lo determina un informe elaborado por un programa de monitoreo de la Comisión Administradora del Río Uruguay (CARU) en muestras de bogas, dorados, surubíes y sábalos.
El informe anual 2023 elaborado por un programa de monitoreo de la Comisión Administradora del Río Uruguay (CARU) revela la presencia de venenos y sustancias prohibidas en los tejidos de los peces.
Los datos del estudio del Subprograma Residuos de Contaminantes en Peces del Río Uruguay corresponden a relevamientos realizados en campañas de veranos e invierno de 2022.
“Sólo se podrían comer de forma segura 2 raciones, o media ración, al mes” de peces del río Uruguay, se detalla en un artículo publicado en Era Verde. “Los resultados dan cuenta de las altas concentraciones de PCBs halladas en muestras tomadas en especies de boga, dorado, surubí y sábalo”, agrega la nota periodística. También “se reveló la presencia de distintos policlorobifenilos, compuestos aislantes que eran usados como refrigerantes y lubricantes en transformadores y condensadores eléctricos que, por su nivel de toxicidad y persistencia, fueron prohibidos en la década del ’80”, y “se registró en los tejidos de los peces plaguicidas como endosulfan, cuya aplicación es ilegal en la Argentina desde 2013”. En cuanto a “metales no esenciales”, como cromo (Cr), plomo (Pb) y mercurio (Hg), se marca una baja de su presencia en relación a campañas anteriores, aunque las “muestras de Concepción del Uruguay presentaron los valores promedio más elevados”, señala el documento presentado en diciembre pasado y difundido por Era Verde.
Resultados
“Pese a su prohibición desde hace ya varias décadas, los PCBs (policlorobifenilos), aún persisten en el ambiente y son acumulados en los peces”, señala el informe. “De los 38 congéneres analizados, un mínimo de 3 y hasta 33 fueron detectados en una misma muestra de músculo”.
En esa línea, se destaca que “la frecuencia de detección de los PCBs totales fue 100%, la concentración máxima 171,2 μg/Kg, el promedio de 13,8 μg/Kg y la mediana de 6,33 μg/Kg. No presentaron diferencias entre tejidos, temporadas o localidades, aunque en Concepción del Uruguay se observaron los valores promedio más elevados”.
Se aclara que “las concentraciones medidas (de PCBs) no representan un riesgo para la supervivencia, crecimiento o reproducción de los peces y no se observó un patrón de biomagnificación, pero sólo se podrían comer de forma segura 2 raciones, o media ración, al mes considerando puntos finales no carcinogénicos o carcinogénicos, según criterios de la USEPA (sigla en inglés de la Agencia de Protección Ambiental de Estados Unidos). Las concentraciones máximas tuvieron el valor histórico más alto desde 2012. Por ello, se recomienda continuar su relevamiento”.
Al referirse a Polibromodifenilos (PBDEs), se indica que su detección fue más relevante en las muestras de boga que “tuvieron en promedio valores más elevados que las de sábalo y los dorados. También las tomadas en Concepción del Uruguay, contaron con valores promedio más elevados que otras localidades”: Mocoretá, Puerto Yeruá y Villa, lugares seleccionados de modo que se pudiera cubrirse “diferentes sectores del tramo del Río Uruguay bajo jurisdicción de la CARU”.
El muestreo analizó la presencia de 34 insecticidas. “La frecuencia de detección para los insecticidas totales fue de 94%, la concentración máxima, media y mediana fueron 394,0 μg/kg, 68,56 μg/kg y 31,76 μg/kg. La principal familia de insecticidas por su frecuencia de detección y concentraciones en el músculo fue la de los neonicotinoides (imidacloprid, tiametoxam)”. En este ítem, “no se encontraron efectos significativos de la especie, tejido, temporada o localidad sobre las concentraciones de insecticidas totales en las muestras. Sin embargo, los promedios más altos se encontraron en muestras de Mocoretá y Puerto Yeruá”.
Se analizaron la posibilidad de presencia de 13 herbicidas. “Sólo 4 fueron detectados al menos una vez en una muestra de músculo o de hígado y de los 19 fungicidas fueron detectados en muestras de músculo y 9 en muestras de hígado (igual que músculo menos ciproconazol)”. (…) Según la frecuencia de excedencia de los MRLs, la atrazina fue el herbicida que presenta por mucho el mayor riesgo para el consumo, seguida por los fungicidas piraclostrobin y carbendazim. La serie histórica muestra un incremento sostenido de las concentraciones máximas y medianas de los herbicidas y los fungicidas desde 2018, hallándose en las campañas de 2022 entre los máximos históricos. Por todo ello se recomienda continuar con su relevamiento. Para atrazina, los datos del relevamiento 2022 confirman lo recomendado en el informe 2021 y aprobado por la Comisión en 2022 sobre la elaboración de una evaluación de riesgo para establecer recomendaciones sobre aptitud para el consumo”.
Finalmente, en cuanto a metales analizados, los datos más relevantes de las muestras “por sus frecuencias de detección y concentraciones en el músculo fueron el Cr (cromo) y el Hg (mercurio), aunque su frecuencia de detección fue menor al 50 % y concentraciones máximas, promedio y mediana de 1,41; 0,07 y 0,04 mg/Kg para Cr y 0,97; 0,08 y 0,03 mg/Kg para Hg. En el hígado los metales más relevantes fueron el Cd (cadmio), Hg y el Pb (plomo) con frecuencias mayores al 50% y concentraciones máximas, promedio y mediana de 3,9; 1,45; 0,99 mg/Kg para el Cd, 0,79, 0,1 y 0,06 mg/Kg para el Pb y 0,49, 0,15 y 0,10 mg/Kg para el Hg“.
El estudio concluye que “todas las familias de contaminantes” analizadas “hubieron compuestos que excedieron sus MRLs (mínimos permitidos para que no dañe) o bien mostraron tendencias de concentraciones en aumento por lo que se recomendaría continuar con el relevamiento de todas ellas”.
Fuente texto y fotos: Era Verde / Weekend / Diario Perfil. 26 de enero de 2024.