El cultivo de yerba mate en el sur de Brasil ha sido incluido en la lista del Patrimonio de los Sistemas Agrícolas de Importancia Mundial (SIPAM), informó, el 21 de mayo pasado, la Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura (FAO).
La agencia también añadió cinco sitios más a la lista, ubicados en China, México y España. Con estas nuevas incorporaciones, la red mundial de patrimonio agrícola cuenta ahora con 95 sistemas en 28 países.
En Brasil, se otorgó el título para el cultivo de yerba mate en sistemas agroforestales de sombra en los bosques de araucarias del estado de Paraná.
Agrosistema, inclusión social y cultura
El Ministerio de Desarrollo Agrario y Agricultura Familiar de Brasil presentó la solicitud para el reconocimiento de la planta de yerba mate a la sombra como uno de los Sistemas Importantes del Patrimonio Agrícola Mundial (SIPAM).
La agencia enfatiza que el cultivo fortalece la biodiversidad, la soberanía alimentaria y la identidad cultural. Además, contribuye a la conservación del bosque de araucarias, uno de los focos de biodiversidad más amenazados del planeta.
Se trata de cultivos de yerba mate agroecológicos ubicados en municipios del centro-sur y sureste del Estado de Paraná, que incluye dos territorios indígenas y elementos culturales únicos de la región.
Las hojas de esta especie nativa se consumen tradicionalmente como chimarrão o mate, y tereré, en Brasil, Argentina, Uruguay y Paraguay.
El sistema tradicional de plantación se remonta a las prácticas ancestrales de los pueblos indígenas y comunidades tradicionales del sur de Brasil, que existen desde hace más de cinco siglos. Para la FAO, las técnicas empleadas representan un modelo global de gestión forestal sostenible y continuidad cultural.
Además de cultivar yerba mate, las familias de la región también cultivan frutas nativas, maíz, frijoles, arroz y hortalizas, además de criar ganado. Esta combinación genera diversificación económica y apoya la seguridad y soberanía alimentaria.
Sin embargo, las especies más importantes para complementar el cultivo de yerba mate a la sombra son las araucarias. Al cultivarlas juntas, ambas especies estimulan la obtención de más nutrientes del agua y el suelo, promueven la polinización y producen insumos y recursos para todos los cultivos. Según detalla el estudio presentado a la FAO, “al compartir el mismo espacio con la vegetación nativa, la producción tradicional de yerba mate presenta niveles significativamente mayores de biodiversidad y cobertura forestal que los sistemas de monocultivo, además de soportar muchos servicios ecosistémicos, asegurando la continuidad de los procesos ecológicos esenciales para la flora y la fauna”.
Más de 100 especies de plantas coexisten con la yerba mate. Muchos productores conservan intencionalmente árboles frutales nativos, plantas medicinales y especies forrajeras, apoyando tanto las funciones ecológicas como el consumo humano.
Estos agroecosistemas también preservan los parientes silvestres de las especies cultivadas y la diversidad genética de las poblaciones de yerba mate, ofreciendo potencial de adaptación ante el cambio climático y la aparición de plagas.
En este sentido, la producción de yerba mate contribuye a los compromisos globales relacionados con la restauración de ecosistemas y la resiliencia climática.
La comercialización del producto, principalmente a través de cooperativas y mercados solidarios, genera empleo rural digno y conecta a los productores con las cadenas de valor regionales y nacionales.
En una región fuertemente impactada por la deforestación, donde solo se conserva el 1% del bosque original, este sistema ofrece un ejemplo excepcional de prácticas agrícolas que preservan la cobertura forestal a la vez que apoyan los medios de vida y el patrimonio cultural.
Fuente: ONU https://news.un.org/pt/story/2025/05/1848686 / Ministério do Desenvolvimento Agrário e Agricultura Familiar