En 1978, China inició uno de los mayores proyectos ambientales del planeta: la construcción de una barrera viva para contener el avance de los desiertos. Conocida como la “Gran Muralla Verde”, esta iniciativa ya ha plantado más de 30 millones de hectáreas de árboles, formando una franja de 3.000 kilómetros alrededor del desierto de Taklamakán. ¿El objetivo? Combatir la desertificación, reducir las tormentas de arena y restaurar los ecosistemas degradados.
A pesar de los desafíos, como la supervivencia de los árboles en zonas áridas, los resultados son visibles: mayor cobertura forestal y mejores condiciones ambientales en regiones anteriormente inhóspitas.
Detalles
El proyecto de rodear el mayo desierte de China con árboles ya lleva 46 años. Un “cinturón verde” de unos 3.000 km alrededor del Taklamakan se completó a fines del año pasado en la región noroccidental de Xinjiang, después de que los trabajadores plantaran los últimos 100 metros de árboles en el borde sur del desierto, dijo el Diario del Pueblo, dirigido por el Partido Comunista
Los esfuerzos por cercar el desierto con árboles comenzaron en 1978 con el lanzamiento del proyecto chino “Cinturón de Abrigo de los Tres Nortes”, coloquialmente conocido como la Gran Muralla verde. Se han plantado más de 30 millones de hectáreas de árboles.
La plantación de árboles en el árido noroeste ha contribuido a que la cobertura forestal total de China superara el 25 %, frente al 10 % de 1949.
El proyecto del cinturón de protección ha supuesto décadas de experimentación con distintas especies de árboles y plantas para determinar cuál es la más resistente.
Los críticos dicen que los índices de supervivencia han sido a menudo bajos, y que ha sido ineficaz para reducir las tormentas de arena, que llegan rutinariamente a la capital, Pekín.
China seguirá plantando vegetación y árboles a lo largo de la orilla del Taklamakan para controlar la desertización, declaró Zhu Lidong, funcionario forestal de Xinjiang, en una rueda de prensa en Pekín.
ONU alerta: el 77% de la Tierra es más árida que hace 30 años
Un reciente informe de las Naciones Unidas señala que la desertificación representa una “amenaza existencial global”. El estudio revela que más de tres cuartas partes de la superficie terrestre era más seca en 2020 que tres décadas atrás, un fenómeno agravado por el cambio climático.
La transformación de tierras fértiles en desiertos áridos, causada tanto por factores naturales como por actividades humanas como la agricultura insostenible y la deforestación, no solo afectará severamente a China, sino que también amenaza a regiones inesperadas. Países europeos como Portugal, España, Italia y Grecia podrían ver algunas de sus zonas semiáridas convertidas en desiertos durante este siglo.
“Sin esfuerzos coordinados, miles de millones de personas enfrentarán un futuro marcado por el hambre, el desplazamiento y el declive económico”, advierte Nichole Barger, presidenta del Panel Científico-Político de la Convención de la ONU para Combatir la Desertificación. Sin embargo, añade que existen soluciones innovadoras y que la clave está en la voluntad global de actuar.
FUENTES: www.dw.com, Meio Sustentavel, Reuters, IFL Science, ONU.