Andrés Johnson, un naturalista excepcional

Nació el 1º de febrero de 1956 y de chico tuvo una vocación clara. De grande, la canalizó en la Escuela de Guardaparques “Bernabé Méndez” de Parques Nacionales, donde egresó. Lo hizo en tiempos donde su director, Mauricio Rumboll, lograba formar guardaparques naturalistas, dignos herederos del Perito Moreno.

Su vida fue la conservación y la ligó a la de la Fundación Vida Silvestre, integrándola casi desde sus inicios.

Muchos dirán que vivió “solo”, pero estuvo siempre muy bien acompañado de naturaleza. Durante casi una década, en la selva misionera, donde ayudó a formar a otros guardaparques, estudió orquídeas, rastreó los últimos patos serruchos y dio forma a la Reserva de Vida Silvestre “Urugua-í”. Más tarde, en la Patagonia, donde replicó ese esfuerzo para la Reserva de Vida Silvestre “San Pablo de Valdés”.

Dedicó una década de campañas de estudio y conservación del amenazado macá tobiano. Así, encarnó un ejemplo difícil de repetir. No cualquiera sobresale en un campo de la botánica y en otro de la zoología. No hay muchos naturalistas íntegros en el más amplio sentido de la palabra. Porque a sus conocimientos, capacidad descriptiva y de observación, talento como ilustrador y genio fotográfico debemos sumar sus valores humanos y la forma con que los manifestaba. Trabajó toda su vida por la conservación, con honestidad, perseverancia, sin quejas (aunque le sobraran motivos), una austeridad franciscana, con pocas palabras y muchas acciones. Tenía la practicidad de un hombre de campo, la sagacidad de un científico de laboratorio, la mesura de un religioso y el silencio de un artista.

Murió el 4 de marzo de 2009, pero vive en su obra y en nuestros recuerdos.

Claudio Bertonatti, naturalista. 1 de febrero de 2025. Publicado en Facebook.