Contaminación lumínica en casi todo el  planeta, con daños al ecosistema y a la salud 

Posadas,13 de agosto de  2024.  El 85 por ciento de los habitantes del planeta vive bajo cielos afectados por la contaminación lumínica, una situación  que genera  daños en los ecosistemas, la salud y la observación astronómica.

“Tenemos que empezar a comprender que la luz artificial es un agente contaminante y hacer un uso más responsable y racional de ella”,  advirtió la impulsora de la Oficina de Calidad del Cielo del Instituto de Astrofísica de Andalucía (IAA-CSIC), Alicia Pelegrina.

¿Qué  hacer?  “Las administraciones deben primar las lámparas LED anaranjadas por encima de las luces incandescentes o de luz blanca, y conseguir un alumbrado público más racional con lámparas que iluminen hacia el suelo o se enciendan con sensores de movimiento… y, por qué no, pensar si realmente es necesario iluminar un monumento o un cartel publicitario a las 2 de la madrugada”,  dijo.

Impacto  en los ecosistemas

Los grandes afectados por contaminación lumínica son los insectos que en su mayoría son de hábitos nocturnos y necesitan la oscuridad para realizar sus funciones básicas (reproducirse, alimentarse o desplazarse). “La contaminación lumínica tiene un efecto devastador en ellos”, aseguró Pelegrina.

Su desaparición es alarmante porque polinizan el 70 % de los cultivos y el 80 % de las plantas con flor, es decir, “no solo son esenciales para toda la cadena trófica sino también para nuestra alimentación”.

Pero también  las aves  se ven  afectadas. : “Un ejemplo muy documentado es el de las pardelas, unas aves migratorias que crían en Baleares y Canarias que están muriendo masivamente porque solo acceden a los nidos por la noche. Cuando los pollos empiezan a volar, la luz de las ciudades los confunde, vuelan hacia ellas donde chocan con los edificios o son atropelladas”,  explicó la   experta.

Reloj biológico alterado

La contaminación lumínica también afecta a los humanos al interferir en el reloj biológico, cuyo ritmo está regulado por la alternancia entre el día y la noche. “Cuando esa alternancia no se produce, nuestro organismo sufre cronodisrupción, que se relaciona con enfermedades cardiovasculares y metabólicas, alteraciones del sueño y envejecimiento prematuro y cáncer”,  señaló Pelegrina.

Además, por la noche el organismo segrega melatonina, una hormona que induce el sueño, es antioxidante e inhibe el crecimiento de las células cancerígenas. “Si nuestros ojos perciben luz, se detiene la producción de melatonina, lo que eleva el riesgo de cáncer, ateroesclerosis, hipertensión y otras enfermedades debilitantes como alzhéimer o párkinson”.

También ciencia y   cultura

Hay otros dos grandes afectados: la ciencia, porque la observación astronómica se ve altamente perjudicada, y el patrimonio cultural, porque que “el 85 % de los habitantes del planeta no pueda ver estrellas es escalofriante”, pero además “estamos impidiendo que las generaciones venideras puedan contemplar algo tan bello como un cielo estrellado”, reflexionó.

En  el mundo

Un informe del Consejo Superior de Investigaciones Científicas (CSIC) indica  que la contaminación lumínica creció un 50 % en los últimos 25 años.

El continente más contaminado es Europa, con Madrid, París y Milán, a la cabeza. Además, entre países europeos, España ocupa la tercera posición, es medalla de bronce, por detrás de Grecia y Malta.

Según la Unión Internacional para la Conservación de la Naturaleza, en Estados Unidos y Europa, el 99 % de las personas vive bajo cielos contaminados, un problema que crece a un ritmo del 2 % anual.

Artículo publicado en La Vanguardia con material  de  Agencia EFE.