Las reservas municipales no solo contribuyen al equilibrio ambiental, sino que además son espacios para la educación e investigación, el bienestar de la población y constituyen un singular recurso turístico económico dado que representan identidad.
Así lo entendía e impulsaba Juan Carlos Chébez, el gran naturalista argentino, y así lo homenajeamos hoy, a 13 años de su muerte.
“Estamos con la tarea de seguir difundiendo acerca del valor de que cada Municipio, cada localidad, tenga un gesto ecológico, y si un Municipio se quiere convertir a este concepto enteramente, mejor todavía”, invitó Chébez el 15 de octubre de 2009 en Puerto Rico, tras reunirse con el Concejo Deliberante y luego de una charla con más de 150 personas en el Cine Teatro San Martín, motivando la protección de la zona conocía como Monte Seguín, sobre las márgenes del río Paraná.
Aquella visita y el trabajo del Grupo Amigos de la Naturaleza dio sus frutos: hoy el Municipio de Puerto Rico cuenta con el Parque Municipal Monte Seguín, un remanente de 300 hectáreas de selva ribereña que conserva, además del ecosistema, el primer puerto de la zona y un cementerio de época, resguardando un patrimonio histórico, y el Parque Natural Juan Carlos Chébez, un predio de una hectárea elegido por turistas para realizar paseos guiados, que incluyen educación ambiental y observación de aves y vegetación.
“¿Cómo se hace un municipio ecológico?”, interpeló Chébez a quiénes lo escucharon en Cine Teatro San Martín. “Se lo hace plantando especies nativas en los jardines urbanos, protegiendo los remanentes de Selva cercanos, promoviendo los viveros… todo eso embellece y también puede generar recursos”, respondió. “El Municipio y sus habitantes pueden convertir su lugar en una meta ecológica, en un circuito ecoturístico. El movimiento de visitantes no termina en Cataratas del Iguazú o en las Ruinas Jesuíticas. Al contrario, en esos puntos comienza a proyectarse a niveles insospechados. Tenemos que retener a ese turista, y los vamos a retener cuando cada Municipio tenga atractivos propios”, agregó. “Cada localidad de Misiones tiene que tener un retazo de la Selva conservado para que la ecología se proyecte a las calles, a los comercios, a las escuelas con actividades educativas… Todo eso convierte a un Municipio en un Municipio ejemplo en materia ambiental, no solo en el delicado tratamiento que haga de su basura y sus afluentes sino también en el delicado tratamiento que haga de lo que estaba antes, que era, en este caso, la magnífica Selva Paranaense”, concluyó, acercando, una vez más, herramientas para el crecimiento y desarrollo socio económico ambiental de la población.
Quienes deseen profundizar esta temática pueden encontrar información en “Guía De Las Reservas Naturales De La Argentina. Nordeste”, un libro de su autoría que refleja las áreas que ya están protegidas y recomienda otras a ser conservadas en esta región del país.
Desde que llegó a Misiones, en la década del 70, Chébez multiplicó ideas y medidas para proteger la Selva Paranaense, su fauna, arroyos y demás bienes de la naturaleza, con proyectos vanguardistas, como la Ley Corredor Verde, e integrales, como la necesidad de cuidar el ecosistema con políticas internacionales (el Corredor Trinacional) conjuntas de los tres países que comparten la Mata Atlántica: Brasil, Argentina y Paraguay.
Su amor por la naturaleza quedó plasmado también en canciones y poesías de su autoría, entre ellas “Yo plantaré mi árbol”:
“Yo plantaré mi árbol”
Aunque el hacha derrumbe todo el monte,
y quemen la guarida de los pájaros,
y le armen trampas a los tigres viejos,
yo plantaré mi árbol.
Aunque sigan creciendo las represas,
y hasta lo vuelvan maloliente al lago,
y lo envenenen al halcón y al sapo,
yo plantaré mi árbol.
Aunque eliminen todos los baldíos,
y a cada yuyo logren arrancarlo,
y suba el humo y se me tape el cielo,
yo plantaré mi árbol.
Aunque anden encerrando los jilgueros,
y pongan precio al ensueño alado,
y le roben pichones a los loros,
yo plantaré mi árbol.
Aunque se olviden el camino al campo,
y ya no se sorprendan con la luna,
ni con el cielo limpio y estrellado
yo plantaré mi árbol.
Aunque me maten ese niño alegre,
que llevaba en el alma desbocado,
con tanta envidia, falsedad y mentira,
yo plantaré mi árbol.
Aunque me quieran atajar a veces,
y me arrodille solo y agotado,
y a veces pierda el rumbo a lo sagrado,
yo plantaré mi árbol.
Aunque no entiendan nunca la poesía,
y al canto criollo crean anticuado,
y no comprendan la tristeza india,
yo plantaré mi árbol.
Aunque me sienta solo, abandonado,
yo seguiré plantando cada árbol,
y floreciendo en versos y canciones,
para que mi hijo crezca convencido,
que hay un futuro alegre, iluminado,
un futuro verde y positivo,
con miles de árboles creciendo en el camino.
Cada uno de los pasos que dio, cada charla que brindó, “sembró árboles nativos” y protegió a la fauna, en Misiones y en el resto del país.
Compartimos aquí un ajustado resumen, realizado por la Fundación Félix de Azara, para recordar su obra:
Juan Carlos Chebez (1962-2011) fue el mayor difusor y protector que tuvo la naturaleza argentina. Profesor honorario de la Universidad de Buenos Aires, dedicó gran parte de su vida a crear áreas naturales protegidas y a conservar las especies amenazadas de la Argentina, conocimiento que le sirvió para concretar sus obras más importantes: Los que se van. Fauna argentina amenazada (1994) y su reedición actualizada (tres tomos en 2008) y Otros que se van. Fauna argentina amenazada (2009); y la Guía de Reservas Naturales de la Argentina (2005) en cinco tomos, entre muchas otras publicaciones fundamentales para quien deseen adentrarse en el mundo de la conservación. Trabajó para Fundación Vida Silvestre Argentina, la Administración de Parques Nacionales, el Ministerio de Ecología de la provincia de Misiones y la Fundación de Historia Natural Félix de Azara.
Foto central: Red Yaguareté
Redacción Paranaense. 15 de mayo de 2024, Posadas, Misiones.