Conocido también como Parque de La Sierra, el área protegida, ubicada en el sur de Misiones, alberga la ecorregión de campos y malezales.
El Parque Provincial de la Sierra Ing. Agr. Raúl Martínez Crovetto (tal es su nombre completo) está ubicado en el municipio de San José, departamento de Apóstoles, a unos 23 kilómetros de San José y 40 de la ciudad de Apóstoles.
Son 1.088 hectáreas con flora y fauna autóctona, y arroyos con saltos de agua en recorridos por senderos.
El Parque cuenta con cinco saltos: Salto “Yateí” (antiguamente había abejas); el “Colmena Milenaria” (por las abejas que están bajo el paredón); el “El Ceibo” (por el árbol de monte); “La Gruta” (es una formación de piedras en “U”, el agua cae por arriba) y “Golondrina” (en realidad por las aves Bencejos que viven bajo las cascadas).
El lugar está además acondicionado para acampar y pasar el día, pero deben cuidar el medio ambiente: apagar el fuego si realizan un asado, no tirar papeles, etc.
Sobre Raúl Martínez Crovetto
Para conocer quién fue el Ing. Agr. Raúl Martinez Crovetto, compartimos el discurso pronunciado (en diciembre de 19999 por el Ing Agr. Luis A. Rey en ocasión de la inauguración del Parque Provincial de la Sierra que lleva su nombre:
“Recordar al Ing. Agr. Raúl Martínez Crovetto es traer a la memoria a uno de los botánicos más prestigiosos de la Argentina, con un largo y fecundo desempeño en la Facultad de Ciencias Agrarias de la Universidad Nacional del Nordeste (U.N.N.E.) y especialmente en el prestigioso Instituto de Botánica del Nordeste (I.Bo.N.E.) que fundara con sus amigos y colegas el Ing. Antonio Krapovickas y la Dra. López Cristóbal.
Se había formado en la Universidad de Buenos Aires con el recordado Lorenzo Parodi y durante su trayectoria puso especial énfasis y cariño por Misiones, especialmente por la yerba mate, a la que le dedicó un libro, titulado “La Yerba Mate, Maravilla de América” y donde describe, entre otras interesantes cuestiones, un capítulo muy de actualidad “las especies de Yerba mate cultivadas en las Misiones Jesuíticas en el siglo XVIII” y donde deja muy claro, que para él en esa época se cultivaban dos tipos de yerba, la “caá ibirá” o “yerba de palos” y la “caá mirí” o “miní”, estableciendo que la primera sería Ilex paraguariensis St. Hil., y la segunda Ilex dumosa Reiss variedad guaranina Loes, incluso describe que algunos pueblos como “Loreto y Santa Ana benefician y enzurronan la mas selecta y escogida, que comercializan como “Camini de Loreto” más cara, que la más común “Yerba de Palos”. Todo un tema para discutir en Misiones Hoy.
En la década de los ’60 recorrió la Provincia palmo a palmo y luego publicó interesantes trabajos científicos, imprescindibles para analizar, estudiar y descubrir la Selva y los campos misioneros.
Cabe recordar que por nuestra Provincia pasaron grandes botánicos, exploradores y viajeros, entre los que podemos destacar a Félix de Azara, Amado Bonpland, Ambrosetti, Giai, y otros de gran relevancia, el último de esa época romántica y llena de sacrificios personales por la inexistencia de caminos, el calor, los insectos, posiblemente haya sido Raúl Martínez Crovetto.
En 1963 en la Revista Bonplandia, publicó varios trabajos sobre Misiones, el más clásico es un estudio Fitogeográfico de la Provincia, que a nuestro criterio es la descripción más ajustada a la realidad misionera, también observa y describe los “rozados”, la corta etapa de gran fertilidad después de la quema, luego el declinamiento por la erosión del suelo, el abandono agrícola y el comienzo de una particular secuencia que comienza con la “capuera”, continúa después con el “capuerón”, luego la etapa de instalación de las especies arbóreas pioneras y deja planteada una incógnita ¿con el paso de los años se regenerará la misma selva? o al partir de un suelo degradado, con escasos nutrientes, esta secuencia ¿terminará creando otro “climax” diferente a la Selva virgen original?
También describe, especialmente para el Norte de la Provincia, la bondad del “vinagrillo”, una oxalidácea de flores amarillas y hojas como tréboles, para ser utilizada como “cubierta verde” natural y evitar los continuos pasajes de rastras, que pulverizan el suelo y lo predisponen al golpeteo y lavado por parte de las lluvias, compartiendo el mérito con el gran Alberto Röth, el gran difusor de las cubiertas “muertas” y “verdes” para las que aconsejaba la leguminosa “vicia villosa”.
Cabrera y Willink en su clásica “Biogeografía de América Latina” describen a la Provincia Paranaense englobando 4 distritos, el de las Selvas, el de los Pinares, el de los campos y el Serrano (sin representación en Paraguay ni en Argentina), es decir que se coloca a la selva en un plano de igualdad para toda la región, distinguiendo lo que los brasileños llaman “planalto” caracterizado por la presencia de la Araucaria angustifolia.
Sin embargo Martínez Crovetto divide a la Provincia en dos sectores fitogeográficos, el Sector Misionero y el Sector Planaltense y dentro del primero diferencia 6 distritos: el del Palo Rosa en el Norte, el de los Laureles en la vertiente del Paraná, el de los Helechos arborescentes en la vertiente del Uruguay, el de los campos en el Sur, el del Urunday y el fluvial sobre ambas márgenes de los grandes ríos.
A nuestro criterio esta descripción se adapta enormemente a la realidad de Misiones y permite visualizar que en una pequeña porción de territorio (no más de 3 millones de hectáras sobre más de 100 millones de la Selva Paranaense) existe una biodiversidad increíble.
Con gran acierto al describir el Distrito del Palo Rosa caracteriza una porción diferente de Selva, con la presencia de estos gigantescos árboles de hasta 40 y 50 metros de altura, siempre asociados con la elegante palmera Euterpe edulis (Palmito), que desaparecen en todo el territorio de Misiones, solo viven allí, luego el Distrito de los Laureles, en las selvas sobre suelos más planos y profundos, de la vertiente del Río Paraná, caracterizada por un sotobosque muy denso, impenetrable y la alta presencia de árboles de la familia de las Lauráceas (Laureles, Guaicá, Canelas), en oposición a la Selva del Río Uruguay sobre suelos más abruptos y quebrados, donde la presencia de los Helechos Arborescentes (chachíes) es permanente y el sotobosque menos denso, o el Distrito de los Campos, a los que describe como “una Selva de pastos”, con sus isletas de montes tan característicos (capones), o el no menos especial del Urunday, creciendo sobre suelos casi aflorantes del basalto mas duro, donde solo esta especies parece poder crecer, casi sobre la piedra misma y finalmente el Distrito Fluvial, otra selva parecida pero también diferente, con la presencia de las enormes cañas “Tacuaruzú” y los conspicuos árboles de Sangre de Drago, con alguna hoja “herida” rojiza sobre un follaje verde o el medicinal Ambaí, que vive asociado en simbiosis con hormigas que lo liberan de plantas parásitas.
Y falta el Sector Planaltense, tan característico por su clima diferente, más fresco, por su altura sobre el nivel del mar y la presencia indescriptible de la bellísima Araucaria angustifolia o Pino Paraná, de San Pedro y Bernardo de Irigoyen, asociada siempre a manchones de yerba mate silvestre. Realmente todo un acierto para describir la realidad de la Selva Parananense en el sector Misionero. Siempre nos pareció acertado, entonces recordar en un Parque, a tan insigne botánico, que en sus últimos años había comenzado con gran pasión, como hizo todo en su vida, otra disciplina botánica: recuperar para la posteridad los conocimientos de los pueblos originarios, especialmente los relacionados con las plantas, sus usos, sus propiedades medicinales y los estudios sobre los Esteros del Iberá, por eso cuando se da la posibilidad de crear el primer Parque que protege algo del distrito de los campos y de los bosques de Urunday, en el sur de la Provincia, cerca de la localidad de San José, ponerle su nombre como reconocimiento a tan importantes trabajos parece totalmente justificado.
Desde hace un tiempo, silenciosamente y con modestia, como fue la vida de este hombre, su hija trajo y esparció sus cenizas, en este su Parque Provincial, en su querida Misiones, donde descansan y fertilizan su suelo y quizás vuelvan a vivir en algún añoso Urunday, vecino al imponente Salto Colmena Milenaria”.
Fotos de Ernesto Krauczuk, septiembre de 2021. San José, Misiones. Argentina.
Fuente de texto: Ministerio de Ecología de Misiones / Los que se van.