Buenos Aires, 26 de febrero de 2025, Por Javier Souza Casadinho. Quizás para muchos de los que vivimos en ámbitos urbanos y periurbanos, pero que nos nutrimos cada día, resulte muy alejado de nuestros pensamientos el origen de los alimentos que ingerimos, así como el proceso que implica su producción.
Las semillas constituyen la base de todo el proceso. En un largo y sinuoso camino, desde los albores de la agricultura, los seres humanos, especialmente las mujeres, fuimos descubriendo, seleccionando, cultivando, desde las plantas que crecen de manera silvestre, hasta aquellas variedades que hoy nos alimentan.
Entonces, las semillas que hoy cultivamos y que las empresas quieren apropiarse, son el resultado de un proceso individual y colectivo que implicó observar el ambiente con todo lo que este contiene y abarca; el clima, la vegetación , las acciones del resto de los seres vivos (como los insectos) a fin de procurarnos nuestros alimentos cotidianos. Todo desde una perspectiva de inclusión en la naturaleza.
Fuimos capaces de seleccionar plantas, dentro de ellas las semillas y otros órganos de reproducción como tallos, raíces y las hojas, adaptadas a las temperaturas, a la frecuencia e intensidad de las lluvias, a la humedad propia de cada lugar, generando tecnologías social y culturalmente apropiadas para su producción, protección y conservación. Pero a su vez, las plantas que dieron origen a los alimentos fueron incidiendo en nuestras costumbres, en los modos de producción, de organización, en nuestra espiritualidad expresada en los ritos y ceremonias. Una co-construcción reciproca de domesticación de las plantas que a su vez modelaron las costumbres, en especial las alimentarias, dentro de cada ambiente y cultura.
Desde inicios del siglo XX se han producido una serie de procesos convergentes; la apropiación de las semillas por parte de corporaciones, la reducción de las especies y variedades cultivadas, la pérdida de actividades de selección y mejoramiento en manos de los productores/as, el desarrollo de semillas híbridas y los cultivos transgénicas. Todos ellos inciden para cercenar las posibilidades de cultivo para los productores y de alimentarnos de manera integral para todos los seres vivos.
La crisis climática nos interpela en múltiples dimensiones: entre ellas, en la necesidad de planificar y diagramar agroecosistemas adaptados al cambio climático que se inician, desde luego, con semillas de variedades adaptadas a las modificaciones en las temperaturas, a las condiciones de humedad y a las lluvias y que, por sobre todo, se hallen en manos de los productores. Semillas que germinen en diferentes condiciones de temperatura y humedad, plantas capaces de desarrollar una mayor densidad de raíces para aprovechar el agua, plantas capaces de soportar las heladas, vegetales que aporten materia orgánica, desde sus residuos, al suelo.
Tres son las fases que deben involucrarnos en esta continuidad de búsqueda de semillas adaptadas al cambio climático y a nuestras necesidades de alimentación.
a-La producción de semillas
A fin de hacer frente a la pérdida de diversidad en las semillas, a la concentración de variedades en manos de las empresas trasnacionales, la de alimentarnos de manera integral, y de hacer frente al cambio climático, se requiere dar continuidad al proceso histórico de selección, y conservación, de plantas y órganos de reproducción en cada familia, comunidad y distrito. Decimos continuar un proceso histórico que fue transmitido de generación en generación pero que fue interrumpido por procesos sociales, culturales y por las políticas públicas.
Dejar de ser observadores para ser protagonistas. Huerteros/as, productores de cereales y frutas deberán buscar sus propios modos para seleccionar las variedades en función de sus posibilidades, conocimientos, medios y necesidades. Alimentar un germen interno que nos llevará a ser partícipes de procesos más amplios y sinérgicos que incluyen el cultivo en nuestra huerta. Seguramente, este proceso requiere generar y compartir saberes y prácticas.
b-La conservación y enriquecimiento In situ
Desde el inicio de nuestro peregrinar en la tierra hemos sido capaces de conservar nuestras semillas en adecuadas condiciones tal que posibiliten utilizarlas en futuras siembras; cada familia dentro de cada comunidad en un territorio dado buscó y recreó tecnologías y sus modos de organización para lograrlo. La alfarería, las fibras textiles, el tallado de la piedra dieron forma a los sitios de conservación, así como las acciones de encuentro y discusión modelaron las formas de administración y uso comunitario. En la actualidad, las casas, las bibliotecas y los albergues de semillas se han constituido no en un lugar estático, como los llamados bancos de semillas, sino en un espacio dinámico que incluye contribuir y compartir las semillas, plantines, raíces, y los saberes asociados al cultivo y uso de las plantas. Recrear, alimentar, difundir, integrar estas instancias resulta fundamental.
c-Las acciones de intercambio
El intercambio, a partir de la reciprocidad, se ha establecido, y aún hoy lo constituye como el pilar de la vida en comunidad. En el caso de las semillas contribuyó a la dispersión y al cultivo en diferentes sitios y con diferentes sistemas de manejo, posibilitando un proceso de mejoramiento y adaptación in situ. En este sentido, las diferentes instancias de encuentro comunitario entre familias, comunidades, organizaciones y pueblos favorecieron y enriquecieron nuestra alimentación. En la actualidad las ferias de semillas, el mecanismo de semillas viajeras, posibilitan que nuestras semillas “viajen” junto a nuestros saberes continuando con los procesos que iniciamos miles de años atrás, pero aprovechando las tecnologías y medios que hoy poseemos. Debemos asumir que somos depositarios de saberes los cuales hay que enriquecer, recrear y transmitir.
Producir, atesorar e intercambiar semillas, tres procesos que corresponde se den juntos y de manera integral, a fin de poder adaptarnos de manera crítica al cambio climático. Las semillas se conservan no en un frasco, sino cultivándolas e intercambiándolas en cada familia y territorio.
Foto y texto publicado en Diario Huellas https://diariohuellas.com.ar/