La ingeniera agrónoma Jesús del Valle Contreras (*) observó la expansión de una “cultura política fascista”, vinculando a ello la presencia de agrotóxicos y semillas transgénicas en el territorio.
Preguntamos a la dirigente del Movimiento Semillero de Misiones: ¿Al decir “fascista” se refiere a que son totalitarias? ¿A que el agricultor no tiene opción de elegir? ¿O que esa elección está totalmente condicionada? Además de esos dos ítems, ¿qué otras líneas, acciones, políticas fueron o son instrumentadas en ese sentido “fascista” en el sector agrario?
Bueno…comencemos definiendo qué es el fascismo, cuáles son sus bases, sus formas y sus características, conceptos que exceden estos párrafos y habría que conocerlos. Desde lo conceptual, el filósofo norteamericano Jason Stanley ha definido el fascismo como «el ultranacionalismo de distinto tipo (étnico, religioso, cultural), en el que la figura de un líder autoritario (y antidemocrático), representa a la Nación y habla por ella>>. Algunas de las tácticas de la política fascista son el corporativismo, el anti-intelectualismo, la jerarquía, la exaltación nacionalista, el desmantelamiento del Estado de bienestar y la unidad. Utiliza mucha demagogia (con enfoque socialista), necesaria para la creación del movimiento de masas. Históricamente la base de apoyo del fascismo germinó en la pequeña burguesía. Hay que analizar si en nuestra sociedad, esa base de apoyo ya está en la clase media, en los empleados del Estado y en los de la administración privada.
Si bien el Partido fascista existió en Argentina desde 1932 a 1936, fue suficiente para hacer florecer y perdurar lo peor de la esencia humana en cuanto a los afectos.
El racismo, la exclusión, el bulling, el machismo son indicadores de la existencia de una cultura fascista en una sociedad. Pensando en voz alta, no hay escuelas que formen presidentes, gobernadores, diputados, concejales. Son elegidos por la gente. Por las decisiones que toman cuando están en el poder, ¿será que tienen la cultura fascista?… con honrosas excepciones claro. Cabe destacar que existen dirigentes con sensibilidad social, pero la aptitud política corporativa existente, los invisibiliza… o los anula.
Porque el fascismo juzga y condena sistemáticamente a la gente por su pertenencia a un grupo y no por sus cualidades y responsabilidades personales. El fascismo, en épocas de crisis, siempre logra llevar hasta el absurdo las políticas capitalistas neoliberales, que siempre están en contra de los derechos constitucionales. El fascismo en épocas de crisis, crece por sobre la Nación, como la peor forma del imperialismo. La misión histórica del fascismo es la real concentración forzosa de todos los recursos, bienes y medios de los pueblos según los intereses del imperialismo. ¿Qué relación tiene esto con la realidad?
Ahora, desde mi punto de vista, ¿cómo se manifiesta la cultura fascista en el sector agrario?:
Con respecto a la liberación de las semillas transgénicas en nuestros campos, fue ordenada por el gobierno menemista que introdujo el neoliberalismo en nuestro país. De esta manera, mostró una irresponsabilidad supina y desprecio hacia las comunidades y sus bienes comunes exacerbando el uso de agrotóxicos ya existente en los territorios. Hubo una decisión política corporativa, donde participaron todos los estamentos políticos y tecnológicos aceptando sin discusión ni debate, esa decisión a pesar de la resistencia de muchas organizaciones. Al sector o individuo que no estaba de acuerdo se lo excluía del sistema. Imperó la demagogia (con enfoque socialista), al hacer creer que se solucionaría el hambre en el mundo sin daños colaterales con grandes ganancias para todos. Hubo racismo, al considerar que los productores que no aceptaban esa tecnología eran inútiles, atrasados, ignorantes, que no aceptaban el progreso, situación que sigue hasta hoy. Se instaló el desprecio al conocimiento de las culturas campesinas e indígenas, invisibilizando la sabiduría que existe en el pueblo respecto a la producción de alimentos sin las malas tecnologías. El racismo y la anti-intelectualidad, se instalaron como una cuestión cultural, cuando en realidad fue otra transculturalización a favor de las empresas multinacionales con sus colosales ganancias.
La autorización (o mirada para otro lado) de la expropiación y saqueo de los bienes comunes a favor de los intereses privados ya sean desde monopolios regionales o multinacionales, es obra de gobiernos fascistas que, ante dichos poderes económicos se colocan en una posición de creciente dependencia y debilidad, comprometiendo su gobernabilidad ante los pueblos.
“El fascismo solo triunfa cuando las organizaciones de base y los trabajadores, se muestran incapaces de tomar en sus manos el destino de la sociedad” (L.T.)
-También había dicho que lejos de contribuir al desarrollo, esas líneas profundizan la pobreza. ¿De qué manera y por qué?
Aquí es necesario definir qué es desarrollo y qué es crecimiento.
El modelo de desarrollo actual es la causa de la crisis ecológica. Un modelo que no es desarrollo sino crecimiento ilimitado. Este crecimiento ilimitado produce, como dice Leonardo Boff (1996), “fuerzas destructivas (no constructivas) y la producción histórico-social de la enfermedad y la muerte de la tierra, de las especies y de todo lo que la compone”.
Sabemos que la mayoría de la sociedad y en particular, el sector político, están cautivos del llamado progreso y del crecimiento ininterrumpido e ilimitado, mal llamado “desarrollo”. “El objetivo es dominar y obtener más ganancias. No se analizan las causas de la pobreza y de la contaminación ambiental. En consecuencia, cuanto más intenso sea el desarrollo para algunos, más miseria y degradación productiva es para las grandes mayorías. A nivel mundial, pocos son los países que tienen una gran acumulación de riquezas, bienes y servicios y hay un 2/3 de países marginados y excluidos.”
Como habré manifestado en algún momento, “desde el punto de vista político y técnico, cada vez que surgen conflictos entre la pobreza y el deterioro ambiental, las soluciones se toman a favor del modelo de ‘desarrollo’ actual y en contra de la sustentabilidad ecológica de los ecosistemas. En este marco, ¿se puede aceptar como sustentable la propuesta político-técnica (agrotóxicos, transgénicas, nanotecnología, maquinarias, drones, etc….), que no es otra cosa que una propuesta capitalista-neoliberal y, en definitiva, fascista? Esta propuesta es esencialmente antiecológica, antinatural. Como así está concebido el “desarrollo sustentable”, es confuso, inaceptable, no es un cambio ni una nueva forma de querer al mundo, a la provincia o la región”. Por lo tanto, éste “desarrollo”, es un mero crecimiento.
Sigo sosteniendo que el desarrollo como tal, es un proceso dinámico, con estados de evoluciones sucesivas, potenciales de las virtudes humanas en sus diversas dimensiones, siempre ligado a lo espiritual, a las interrelaciones globales del universo y de la tierra con su inmensa diversidad y colosal funcionalidad y equilibrio dinámico.
Manfred Max Neef nos dice que “el desarrollo a escala humana se sustenta en la satisfacción de las necesidades humanas fundamentales, con la cultura de la autogestión y con articulaciones orgánicas de lo personal con la naturaleza, con la sociedad y el estado”.
El desarrollo a escala humana solo es posible con la participación de la gente, con un real protagonismo. Esto apunta a una profundización democrática; le da un rol creativo a las soluciones porque emanan de abajo hacia arriba. Esto hace que el desarrollo a escala humana sea coherente con las aspiraciones reales de la gente y la sociedad toda.
Para combatir la gran injusticia de la pobreza, hay que cambiar el paradigma científico. Sólo así se cambiará el paradigma político que impera.
(*) continuidad de la entrevista publicada el día 27 de marzo de 2024.