Degradación de las cuencas y eventos hidrológicos extremos en Misiones

Por Enrique Gandolla, ingeniero en recursos hídricos. (Enero 2024). Necesidad de contar con herramientas concretas para la gestión de los recursos hídricos.

El cambio climático se expresará en Misiones con eventos hidrológicos extremos que ya conocemos -las lluvias intensas, las sequías, las olas de calor- pues forman parte de la variabilidad climática propia de la región. Lo que nos advierten desde los estudios específicos realizados por el Panel Intergubernamental para el Cambio Climático (IPCC), es que tales fenómenos se presentarán con mayor frecuencia y serán de mayor intensidad.

Las interrelaciones entre los componentes ecosistémicos de las cuencas, principalmente la cobertura vegetal y los suelos, son fundamentales en la regulación del flujo de agua aportado por las precipitaciones. Tal regulación resulta clave para amortiguar el impacto de las lluvias intensas sobre los suelos y para posibilitar una lenta infiltración del agua, y así, su retención como humedad del suelo y acumulación en los acuíferos, contribuyendo entonces tanto a mitigar los picos de las crecientes como también las consecuencias de la escasez de lluvias.

En Misiones, el componente geológico de coladas de basaltos, por lo general, determina un “piso impermeable” para el acuífero libre o freático a escasa profundidad, lo cual facilita el escurrimiento del agua subterránea hacia los arroyos y, así, su rápida salida hacia los ríos principales de la región. La densa red hidrográfica de Misiones, puede interpretarse como que debido a la reducida capacidad de almacenamiento/retención que posee el territorio, los excesos hídricos se canalizan superficialmente.

La degradación antrópica de las cuencas, mediante la alteración o sustitución de la cobertura vegetal natural, sea esta de selvas o de pastizales, altera sus funciones de regulación e incrementar dicha vulnerabilidad territorial, al favorecer una menor infiltración, un mayor escurrimiento superficial, un menor almacenamiento en el suelo y en los acuíferos: un mayor impacto de los eventos extremos.

En los últimos años hemos asistido a un muy prolongado período de insuficiencia de precipitaciones y, actualmente, se están registrando lluvias muy intensas que superan todos los registros históricos[1], dado lo cual, debieran estar frescos en nuestra memoria   los efectos negativos para las personas, para sus bienes, para la producción, para la salud, para el bienestar en general, asociados a dichos eventos extremos.

Algunos impactos negativos de las lluvias intensas

  • Erosión de los suelos: las gotas de lluvia impactan con fuerza rompiendo los agregados del suelo, convirtiéndolos en partículas más pequeñas que obturan los espacios vacíos, y así reducen la capacidad de infiltración; los suelos se saturan más rápidamente con lo que se incrementa el escurrimiento superficial, y con ello la remoción y el transporte de las partículas según la dirección de las pendientes. En Misiones, dadas las elevadas pendientes que caracterizan prácticamente a casi todo el territorio, se trata de un riesgo elevado. Según INTA, una parte importante del centro y noreste de la provincia se encuentra en la región que presenta el factor de erosividad de las lluvias más alto de la Argentina[2].
  • Deterioro de la calidad del agua: las lluvias intensas incrementan el transporte de sedimentos y partículas hacia los cursos de agua, incluyendo elementos químicos asociados a los agrotóxicos y residuos contaminantes en general, tanto en las áreas rurales como urbanas. En el mejor de los casos ello implica mayores costos de potabilización de las aguas para consumo humano, pero también mayores riesgos para la salud ante la presencia de sustancias químicas tóxicas que no son eliminadas durante dichos procesos; también para los usos recreativos de los arroyos.
  • Daños a los cultivos: el tamaño de las gotas y la energía con que caen durante precipitaciones de gran intensidad producen importantes daños, particularmente en la producción hortícola, al follaje de muchos cultivos, con la caída de frutos, mediante pérdidas por anegamiento, y erosión de los suelos.
  • Riesgo de inundaciones y torrencialidad de los arroyos. Las lluvias intensas, por lo general, y dependiendo del estado hidrológico de las cuencas, son generadoras de rápidos aumentos de los niveles y caudales de los arroyos; ello, debido a que la intensidad de las precipitaciones supera la capacidad de infiltración del agua en el suelo que entonces escurre hacia los cauces. Las pendientes pronunciadas que caracterizan al territorio de Misiones, hacen que dicho escurrimiento adquiera características torrenciales incrementando su capacidad de causar daños aguas abajo, en las márgenes de los arroyos y a la infraestructura que se interponga al escurrimiento (viviendas, alcantarillas, pasarelas, pilares de puentes, tomas de agua, etc.)

En las áreas urbanas, dada la predominancia de superficies impermeables -que se incrementa permanentemente- (pavimentos, empedrados, caminos de tierra compactada, veredas, senderos, playones, techos, etc.), los efectos de estos eventos se magnifican rápidamente. Las intensas lluvias registradas en Posadas a mediados del mes de noviembre del corriente año, han puesto en evidencia  intensidades muy importantes, que claramente superaron la capacidad del alcantarillado público para evacuar los enormes volúmenes de agua precipitados y el escurrimiento agravado por una creciente impermeabilización de las cuencas; se han registrado imágenes de calles convertidas en verdaderos torrentes arrastrando vehículos y contenedores de residuos, inundando viviendas, y haciendo muy peligroso el solo transitar por las veredas.

La gestión de las cuencas como estrategia de mitigación

En junio de 2022 y luego de muchos años de haberse presentado el primer proyecto de ley en la HCR, se sancionó la Ley XVI N° 150 “Sistema de gestión integrada de cuencas hidrográficas” con cuya ejecución se espera que comiencen a aplicarse planes que contengan las medidas necesarias para avanzar en un imprescindible proceso de mitigación de los efectos negativos de las actividades antrópicas sobre la disponibilidad y calidad de las aguas y del ambiente en general de las cuencas. Tales planes también deberían incorporar objetivos y medidas de protección de las cuencas frente a los eventos climáticos extremos.

Al respecto, consideramos necesario:

  • Aplicar un enfoque de gestión ambiental a la gestión de las cuencas hidrográficas, priorizando aquellas que son utilizadas para el abastecimiento de la población urbana, y articulando las acciones con los múltiples actores intervinientes: identificar problemas, evaluar impactos, definir y acordar medidas de mitigación, identificar actores y responsabilidades.
  • Impulsar un modelo productivo más adecuado ecológicamente (agroecología, prácticas agro-silvo-pastoriles) que tienda a una mejor cobertura y protección de los suelos frente a los eventos climáticos extremos.
  • Impulsar la sistematización de los suelos agrícolas con curvas de nivel, cultivos en contra pendiente, cultivos en fajas; también el manejo del agua en las vías de comunicación cualquiera sea su jerarquía y jurisdicción.
  • Plan para una efectiva recuperación de bosques protectores y humedales degradados, legalmente protegidos desde la sanción de la Ley N°854/77 y su decreto reglamentario N°1460/78.
  • Institucionalizar un programa para la Adecuación Ambiental de las Chacras que identifique las medidas de mitigación/protección y establezca los plazos para su ejecución
  • Impulsar un plan especial para el manejo de las áreas de recarga de acuíferos a fin de evitar su degradación y recuperar su función de alimentación de las reservas subterráneas.
  • Pensar en estrategias diferentes de urbanización que eviten y/o minimicen las consecuencias de las problemáticas hídricas que se generan en las áreas urbanas: entre otros aspectos, se debe evitar el continuar con las prácticas generalizadas de cubrir los suelos con pavimentos impermeables. Pensar en construir almacenamientos subterráneos en las zonas más elevadas para retener al menos parte de los enormes los volúmenes de agua que caen durante los eventos extremos de precipitaciones, y reducir así los daños que generan aguas abajo. Tales depósitos también pueden conformar estratégicas reservas de agua para los períodos de sequías. Los estudios del Cambio Climático nos advierten que estos eventos hidrológicos extremos no solo serán más frecuentes, sino más intensos.

Estas reflexiones y propuestas no pretenden ser más que un disparador de ideas que contribuyan a dotar a Misiones de impostergables políticas, planes, programas y acciones destinadas a incorporar a las políticas provinciales las decisiones correspondientes al manejo del agua en nuestras cuencas. Más allá de las leyes sancionadas, los recursos hídricos provinciales están ausentes en las políticas concretas de gestión.


[1] OLINUCK J. En la estación Cerro Azul de INTA, en el mes de octubre del corriente año se midieron 530,8 mm, superándose el record de 450 mm de octubre de 2012

[2] GAITÁN J. et al. Estimación de la pérdida de suelo por erosión hídrica en la República Argentina. 1ª ed. Buenos Aires, Ediciones INTA. 2017. Nota: el factor de erosividad es un indicador de la capacidad erosiva del impacto de las gotas de lluvia según la intensidad de las mismas.